Desconozco el efecto de las palabras, las mías son erróneas.
Pero los hechos sobreviven al parafraseo de mi angustia, tu semblante se desdibuja, cae, se fragmenta.
Cuánto quisiera sostener esos restos, armarlos a la imagen y semejanza de mi recuerdo. Sin embargo debería bordear la orilla del río. Sin abrazar el reflejo.
Mis noches de calma intacta quedaron lejos. Me acompaña el murmullo de un ocaso constante, que se vuelve frío, que se ha roto.