La bestia ha llegado para ser impune y arremeter contra tu psiquis, tu integridad, contra eso que pensabas que no éramos.
Juego callado, romper el silencio, la pausa final que reanuda y aniquila supuestos.
La bestia no es una anécdota, ni el recuerdo fugaz, es una huella psíquica, material, e imborrable, que no busca molestar sino ser un complemento, que ha resurgido de la angustia para ganarse el merecido lugar que poco a poco le dejás.
La bestia ha llegado para desdibujar la complicada figura de Norma*, ese pseudónimo que ha materializado verbalmente la parte más reprochable de mi espíritu y estima.
*Leer Norma I, II, III, IV, V y VI
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