jueves, 23 de abril de 2015

Locomoción [Obra de teatro]






Locomoción
Personajes:
Amanda, protagonista
Ernesto, esposo de Amanda
Alfredo, mayordomo
Policía I
Policía II
Acto I
(Amanda entra en escena vistiendo un abrigo de piel que la cubre de pies a cabeza. Hacia el fondo se puede ver una entrada de madera con un picaporte color oro, a ambos costados de la misma, se erigen dos grandes columnas a modo decorativo. Es de día, la iluminación es sutil y acogedora, las paredes son color ámbar. El ambiente es balanceado, de manera que resalta aún más la presencia de la protagonista.)
Amanda: -¡Ernesto, querido! (Grita punzantemente.) ¡ERNESTO!... ¡Ay Ernesto, pareciera que estás sordo! (Se cruza de brazos y suspira. Se sienta.) Y pensar en los tiempos en los que me cortejaba, siempre tan atento. Recuerdo el día en que me llevó a dar un paseo en su nuevo auto. Él vestía un traje negro, una camisa abotonada hasta llegar al cuello, como debe ser, y todo estaba coronado por una corbata azul con detalles dorados. Tenía un andar envidiable, porte, gracia, además era todo un caballero y por si fuera poco, tenía buen gusto en joyas. Durante la velada me hizo entrega de este hermoso collar. (Hace un ademán al collar fabricado con tapas de refresco que tiene puesto.) Un momento; creo que me he confundido, sí, sí, efectivamente, ese no fue mi Ernesto. (Busca y encuentra una inicial grabada en su collar.) ¡Erre! Pero claro, ese fue Ricardo, antiguos “affaires”…Sin embargo no puedo olvidar cómo Ernesto lo superó ampliamente. Creo que fue aquel día en el que me propuso vacacionar con él. Había comprado pasajes de avión, le pregunté a dónde pretendía llevarme, me dijo que no importaba cuál fuera el destino, quería saber si yo aceptaría seguirlo a cualquier parte. ¡Qué poeta! Aunque de seguro haya sacado esa frase de alguna película, acepté, y fueron las vacaciones más… Pero, su cabello, era distinto, ¡Ese tampoco fue Ernesto! El bueno de Juan, él fue… ¡Bah! A veces es muy conveniente que Ernesto esté un tanto sordo. (Subiendo el tono de voz, para reivindicarse.) ¡Lo importante querido, es que este corazón que a mí me pertenece, aunque pasó por muchos amores, decidió quedarse contigo!
        (Amanda permanece pensativa, mirando a la nada, se cruza de piernas.)
Amanda: -¡Alfredo! Muero de hambre, tráigame algo por favor. (Le alcanzan un vaso descartable con café. Amanda bebe un sorbo.) ¡Oh, Alfredo! Agradezco tu amabilidad, pero dejé la bebida hace años. Ahora, ni las cosechas más añejas servidas en copas de cristal tan delicadas como ésta, lograrán mi tentación. (Apoya el vaso de plástico en el piso. Observa hacia su alrededor, como buscando algo con la mirada.) ¿Dónde habré dejado mi novela? (Desvía la mirada hacia la izquierda del vaso de plástico, ve un diario viejo.) Oh, aquí está (Toma el diario viejo). Bien, ¿En qué capítulo me habré quedado? (Comienza a leer en voz alta, con mucho sentimiento.) “Calle de aventuras sin latido. Calle de recuerdos mancillados. Brújula de penas para niños que son viejos. Sobre ti yo”... yo, yo, ¡Muero de hambre! (Se distrae.) ¡Alfredo! ¿Me traería un croissant? (Le alcanzan un pedazo de pan. Ella lo muerde.) Mm… Creo que se encuentra un poco quemado en los bordes, pero suele suceder. Para la siguiente ocasión, prefiero que compre en la patisserie de Callao y Avenida Alvear.
Acto II
        (Se oye la lluvia caer, comienza progresivamente a aumentar su fuerza. Amanda se moja con las gotas. La iluminación se disminuye, dejando el escenario casi a oscuras.)

Amanda: -Dicen que el rumor de las aguas siempre salpica algo de  verdad. (Reflexiona.) Quizás sea porque el agua limpia, o porque no  mucho puede ocultarse dentro de ella, a menos que esté a enorme  profundidad o que esta esté sucia, pero claro, entonces ya no habría  sólo agua. (Toma el diario que comienza a mojarse. Comienza a leer.)  "Y el agua iba. Y el agua va. Y el agua irá. En su fugacidad cobijo mi  salvación de olvido. Sin ser el mismo y sin dejar de serlo. Como el  agua fui, como el agua voy, como el agua iré." (Deja su libro abierto y lo apoya en el suelo.) Todo cae para luego desaparecer, pero en nosotros queda el recuerdo del diluvio. El suelo quedó marcado tras su paso.

        (Se escuchan sonidos de sirenas aproximándose. Comienzan a verse luces rojas y azules, hacen su entrada dos oficiales de policía uniformados. Dirigen sus miradas directo a Amanda.)

Policía I: -Señora usted no puede estar acá. Esto es un espacio público.-
Amanda: -¿Cómo se le ocurre invadir mi hogar de esta manera? (Totalmente alterada.) Váyanse de mi propiedad.-
Policía II: -Pero señora usted... ¿se encuentra bien? ¿Es consciente de su condición?

        (El policía I arranca parte de escenografía de fondo.)

Amanda: -Disculpe, pero yo creo que es usted quien no se da cuenta con quién está tratando.-
Policía I: - Señora, ¿Sería tan amable de decirnos su nombre y acompañarnos?-
Amanda: - ¡¿Perdón?! (Desentendida.)-
Policía I: - Lo que escuchó, señora.-
Amanda: - De ninguna manera conseguirán que ponga un pie fuera de mi lugar.-
        (El policía II arranca la última parte de la escenografía.)
Policía I: -Entonces tendremos que hacer esto por la fuerza.-
Amanda: -¡Ernesto! ¡Ernesto! ¡ERNESTO!-

        (Cada uno de ellos toma uno de los brazos de Amanda y juntos la obligan a salir de escena.)
Acto III
        (Amanda está dentro de una celda de prisión, parada y cruzada de brazos, golpeteando el suelo con su pie derecho consecutivamente.)

Amanda: -Sáquenme de este lugar. ¡No pertenezco a aquí!... Tengo cosas que hacer como para estar perdiendo el tiempo ¡Ernesto no permitiría este tipo de abuso de poder! Deberían avergonzarse, he pasado por tanto ¡Tras las rejas continúo viéndolos infelices! ¿De qué se burlan? ¡Muero de hambre! Si supieran que son ustedes los condenados, tan brutos creyendo que la fuerza lo domina todo. Solo reciben y cumplen órdenes, reciben y cumple órdenes, reciben y cumplen órdenes ¡Algo de dignidad, por favor! Me recuerdan a los soldaditos de plomo que coleccionaba mi Ernesto, tan manipulables, solamente eran de decoración. El viento sopla y los hombres caen. Creo que este hombre no se dio cuenta de todo lo que arrastró consigo.-
Policía I: -Señora, cállese un poco, puede realizar una llamada.-
Amanda: -¡Ya era hora!-

        (El policía I la acompaña hasta el teléfono. Amanda marca un número telefónico y espera.)

Amanda: -Buenos noches, sí, sí, con el Emperador de China, por favor…

        (Amanda comienza a balbucear palabras inentendibles, como en otro idioma.)
Amanda: -¿Cómo está señor Emperador? Recibí su última carta y me honra el hecho de que me haya tomado en cuenta para... ¿Cómo? Ah sí, sí. Como le decía, la invitación a su hermoso país, fue muy considerado y amable de su parte. Estaría encantada de viajar cuanto antes, pero desgraciadamente surgió una complicación con la ley ¿Cómo dice? Ah, no se preocupe, nada grave. Con respecto a esto, quería hacerle una simple pregunta ¿Está de acuerdo usted, con que el monopolio de la violencia ejerza su coerción de una manera tan aberrante? ¿Sin darle a uno, inocente de todo acto ilegal y de maldad, una simple explicación?
Policía I:- (Dirigiéndose a su compañero.) Efectivamente esta mujer está loca, hay que trasladarla a un hospital mental.
Acto IV
        (Amanda se encuentra en el hospital mental, dentro de su habitación. Sentada en una silla, mirando fijo a una pared blanca.)

Amanda: -¿Cómo he llegado hasta acá? Todavía no lo comprendo. (De manera eufórica elevando la mirada al techo.) ¡Éramos tan felices! (Pausa, mira hacia abajo y en voz baja. Duda.) ¿Éramos tan felices? Pensar en los cambios que se producen en el transcurso del tiempo me causa escalofríos. Solo un momento fatal y todo se derrumba, todo se traslada. Yo nunca pude alejarme de aquél momento. La fidelidad estaba demasiado arraigada en mí. Están llamándome loca, me despojan de mi bienestar ¿No he sufrido ya demasiados despojos en mi vida? (Se levanta bruscamente de la silla, eufórica.) ¡Hoy, enfrento a la vida cara a cara y quiero decirle sólo una cosa! (Baja la voz.) Que ya no podrá quitarme nada más. (Silencio. Cierra los ojos. Murmura.) Fueron necesarias manos ajenas para salir del último lugar en el que vivió el amor.
        (Se apagan las luces, el escenario queda a oscuras.)
Amanda: -Creo que el mundo ya ha tomado suficiente de mí y soy lo único que me queda.
Voz en off: -Crece la preocupación de las autoridades sanitarias, se advierte que las muertes auto infligidas muestran un incremento en el país. Aumentaron de 2.981 a 3.342, lo que implica que hubo 361 muertes más que el año anterior por la misma causa. Lamentablemente estas estadísticas son respaldadas el día de hoy por el suicidio de Ernesto Villanueva, tomó la decisión de arrojarse desde un puente, enfrentando conscientemente una caída fatal. Un distinguido empresario, una persona muy adinerada, casada y al parecer sin motivos para cometer un hecho tan doloroso. Quizás fueron estas las circunstancias menos pensadas, pero quién sabe qué pasa por la mente de las personas.

        (Se cierra el telón.)
FIN

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