Arpía, bruja
furia y esperpento;
Se ha aclimatado lo inestable, hemos despertado a la
bestia, un ser errante que sólo baila sobre sus talones llenos de roña. Sostiene un cáliz y de él emanan calumnias,
bochornos que arden y aumentan de a pequeñas décimas. Pero los taciturnos
ignoran, fatigados, lo persuasiva que se ha puesto la miseria. En su táctica
tan breve y efectiva, ha sabido emular las penurias de sus pares y hacerles
saber de su compasión, sin que ellos, ¡oh! tan solo idiotas, se percaten.
Beatos que no encontrarían jamás la gloria, pasado el tiempo, estremecidos por el estupor que parece haber llegado de la nada, como si la traición no hubiérase anunciado, intentan huir hacia otras promesas de apariencia afable. Aunque no los culpo por carecer de olfato para la infamia, me apena su predisposición a lo nefasto; parecen buscar continuamente una pared para reventar sus cabezas.
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