Destino, cruce de caminos errantes, el constante desvío, la imposibilidad de llegar a dondequiera. No sólo hablo de sinuosas oportunidades, está en juego también la integridad, siempre definida por itinerarios.
Cada frase, como unidad de medida, da cuenta de la soledad, del individuo ensimismado, de un sistema de afectos aletargados, culturales, poco instintivos, más bien necesarios. Si respiro no soy nadie, si observo me detengo y si me detengo ya no soy, ¿pero qué no soy? Un ser imborrable.
Pero todo lo niego y aunque me vengan a buscar ya me he ido al encuentro con la nada, la reiteración, la muerte en algunas ocasiones. Porque pienso y a la vez quiero ser, lo quiero todo.
Me permito algunos símbolos. Un ocaso que no sucede aunque lo pida a gritos desde el silencio, porque no hay tiempo para aquello, ni para esto, mucho menos para lo otro. Desesperanza, puedo darle muchos nombres, caras o disfraces, desconozco si es mutua, no sé nada.
Me permito algunos símbolos. Un ocaso que no sucede aunque lo pida a gritos desde el silencio, porque no hay tiempo para aquello, ni para esto, mucho menos para lo otro. Desesperanza, puedo darle muchos nombres, caras o disfraces, desconozco si es mutua, no sé nada.
Niego.
Puedo tanto irme como quedarme, proponer, ignorar; pero la vida es así, sucede de golpe, no hay respiro, el olvido es rápido, doloroso y muy factible.
Sigo negando, no quiero que me creas, estoy por fuera. Si te pienso, me deslindo de los movimientos alienantes de una sociedad con tiempo de sobra para despedirse y afirmarse.
Sigo negando, no quiero que me creas, estoy por fuera. Si te pienso, me deslindo de los movimientos alienantes de una sociedad con tiempo de sobra para despedirse y afirmarse.
En definitiva, pienso, te recuerdo y sobre todo, niego.
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