"Los que han hecho la pintura de la Pampa, suponiéndola en toda su inmensidad una vasta llanura, ¡en qué errores descriptivos han incurrido!"
-Lucio V. Mansilla
Extenso desierto autóctono, miente desde hace siglos porque no fuimos capaces de pisar la llanura, solo de leerla. Qué realidad, acaso, puede leerse y sin haberse visto tomarse en serio. Han escrito los románticos una mentira de fronteras inexactas, que he creído por la ingenuidad de los colores, de los aromas y de la aridez que no he sentido. Vergüenza guardo ante la inocencia de quien percibe la naturaleza en un estado universalizable: todo llano como desierto y la fauna genérica para completar el verso, el canto, la poesía inútil e infiel. Esta infidelidad literaria que nos hace asomar apenas al papel y respirar la fantasía de la Pampa, llanura extensa. Su geografía guarda la suficiente diversidad como para ofender a un desierto y a su vez no asume irracionalidades biológicas, tan solo quimeras de la tinta y producto del fervor erudito por las descripciones decorosas y el "ooh!" en las tertulias.Con el fin de atraer al ajeno se ha intentado echar raíces en lo nacional, pero de la especie equivocada, pues en la Pampa no existe la sombra del ombú. Más aún, sí aquél terreno es percibido una y otra vez como un desierto, entonces no existe sombra alguna en la Pampa. Quimeras, escribires, espejismos cuyo único objeto es hacernos perceptibles desde afuera. El ajeno se arrima y ve nuestro arenoso, vasto y contradictorio orgullo. Ve que escribimos hermosos cantos, que le cambiamos los colores a la arena y que le agregamos hasta ¡tigres! el ajeno desvía su mirada, se aburre y no es para menos, nuestro ideal de exotismo fue acotado. Pero el literato no, porque su imaginación le ha traído beneficios y reconocimiento, ahora puede viajar. ¿A su bella Pampa? ¡pero cómo! si es tierra de bárbaros, cómo será de notable este amor que el escritor ha convertido su patrimonio en una enorme tumba para sus personajes. Lo nacional, al no poder echar raíces en el desierto, se buscará con sangre. Un preludio verbal de las matanzas reales llevadas a cabo unos años más tarde.
Allí yacen, en el hermoso llano variopinto pampeano, el Sargento Cruz, Brian y María, cautivas sin nombre, innumerables gauchos, indios sin valor. El ombú ha sido idealizado para adornar la muerte (porque "pajonal" no quedaba bien). Pero es tanta la contradicción que en aquél gran sepulcro nacional sólo han quedado retratados (ya sea en verso o en prosa) los cuerpos de aquellos que ni siquiera valía la pena enterrar. He aquí cómo la literatura sometida por el romanticismo, en lugar de exhumar la belleza contenida en el territorio sólo ha señalado y ornamentado un gran cementerio.
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