miércoles, 11 de diciembre de 2019

2019

Quiero escribir pero nadie me obliga,
Nada me ata, nada me hiere.
Te fuiste y secuestraste a mi musa,
¿Qué hiciste de mi ocaso?
Sólo el alba me entristece.

No soporto al ajeno y me aíslo,
No soporto las ausencias y me encierro.
Lloré frente al ébano y las flores,
Nunca dije amén, cubrí mi rostro nada más.

Atravesé por ambos las noches frías,
Por ambos me vi ante la desaprobación.
He sentido miedo,
He convulsionado mis angustias.
Esquivando las despedidas, se han ido.



viernes, 29 de noviembre de 2019

En la Pampa no hay ombúes.


"Los que han hecho la pintura de la Pampa, suponiéndola en toda su inmensidad una vasta llanura, ¡en qué errores descriptivos han incurrido!"
-Lucio V. Mansilla
   Extenso desierto autóctono, miente desde hace siglos porque no fuimos capaces de pisar la llanura, solo de leerla. Qué realidad, acaso, puede leerse y sin haberse visto tomarse en serio. Han escrito los románticos una mentira de fronteras inexactas, que he creído por la ingenuidad de los colores, de los aromas y de la aridez que no he sentido. Vergüenza guardo ante la inocencia de quien percibe la naturaleza en un estado universalizable: todo llano como desierto y la fauna genérica para completar el verso, el canto, la poesía inútil e infiel. Esta infidelidad literaria que nos hace asomar apenas al papel y respirar la fantasía de la Pampa, llanura extensa. Su geografía guarda la suficiente diversidad como para ofender a un desierto y a su vez no asume irracionalidades biológicas, tan solo quimeras de la tinta y producto del fervor erudito por las descripciones decorosas y el "ooh!" en las tertulias.
   Con el fin de atraer al ajeno se ha intentado echar raíces en lo nacional, pero de la especie equivocada, pues en la Pampa no existe la sombra del ombú. Más aún, sí aquél terreno es percibido una y otra vez como un desierto, entonces no existe sombra alguna en la Pampa. Quimeras, escribires, espejismos cuyo único objeto es hacernos perceptibles desde afuera. El ajeno se arrima y ve nuestro arenoso, vasto y contradictorio orgullo. Ve que escribimos hermosos cantos, que le cambiamos los colores a la arena y que le agregamos hasta ¡tigres! el ajeno desvía su mirada, se aburre y no es para menos, nuestro ideal de exotismo fue acotado. Pero el literato no, porque su imaginación le ha traído beneficios y reconocimiento, ahora puede viajar. ¿A su bella Pampa? ¡pero cómo! si es tierra de bárbaros, cómo será de notable este amor que el escritor ha convertido su patrimonio en una enorme tumba para sus personajes. Lo nacional, al no poder echar raíces en el desierto, se buscará con sangre. Un preludio verbal de las matanzas reales llevadas a cabo unos años más tarde.
   Allí yacen, en el hermoso llano variopinto pampeano, el Sargento Cruz, Brian y María, cautivas sin nombre, innumerables gauchos, indios sin valor. El ombú ha sido idealizado para adornar la muerte (porque "pajonal" no quedaba bien). Pero es tanta la contradicción que en aquél gran sepulcro nacional sólo han quedado retratados (ya sea en verso o en prosa) los cuerpos de aquellos que ni siquiera valía la pena enterrar. He aquí cómo la literatura sometida por el romanticismo, en lugar de exhumar la belleza contenida en el territorio sólo ha señalado y ornamentado un gran cementerio.  

3/3

Jaicus, tres.
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Sin tu abrigo,
improviso caminos,
el frío persiste.
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En las ojeras,
se acumulan siglos,
Oh, gesto fatal.
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Aquellos días,
de falsa certidumbre,
son pretérito.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Cueva

La habitación recupera su sepia, atardecer sucede y en mi encorvada soledad me abstengo de decir, sólo me dedico a leer. En la otra habitación sucede otro atardecer, eclipsan los estados de ánimo y una furia se traduce al formato risa, la carcajada violenta aplaude los decires de un hombre atroz. Mi reprobación a la escena deberá permanecer oculta, para siempre quizás. 

miércoles, 23 de octubre de 2019

Ya verás

Cuerpo que a lo lejos, cuerpo que en distancia, mi semblante tiembla. Ni te he visto más que en un par de decires, sonreías, yo bajé la vista. 
Quizás alguien te comente, que algo te observa en silencio. 
Quizás algún día veas, a quien solo mira sus pies.

sábado, 5 de octubre de 2019

La versión noche del amor es sombría.
Cuerpos inexplorados, 
Buscando desesperados en el otro, lo que fuera un mínimo goce. 
Oscuridad y travesía. 
Sombras que son una. 
Gimen y cierran sus ojos, 
Se escabullen, desaparecen.


sábado, 6 de julio de 2019

Ardid. Intentos de poesía.

I
Pienso en cada parte
que no me corresponde,
pienso en cómo devolverle
a la vida todos los
cachetazos uno por uno
y me desvivo pensando en ello. 
Hoy no sé buscar alternativas
solo inconvenientes, solo malestares
solo túnel sin luz solo
despersonalización,
solo me despego del tiempo, del hoy
de la patria, de las palabras que enfrían el alma.
Soy oprobio, soy elocuencia vacía y desperdiciada,
soy tantas cosas que decís querer. 

II

Qué poca eternidad que
manejás en tus palabras, amigo
de la euforia, de las zonas grises.

Veo cómo brillan ciertos apegos, 
ciertas costumbres, ajenas, por cierto.
Quiero no ser pájaros azules, quiero
que nunca vueles a otra parte, veo
alas cercenadas, sangre manchando el azul
plumas, rojo, pájaro inútil que ni siquiera canta.

Siento manos que no tocan, el tacto que ya no es,
versus la suavidad de la pluma, todavía no arrancada,
aquella pluma que todavía puede cortar el viento.

III
Suenan alarmas desesperanzadas,
el tiempo ha llegado, lo deslizo, lo
desplazo siempre. No voy a enfrentarme 
al vacío. 

Traete un banquito, vení, mirá directo
a ese sol que no encandila, mirá cómo
se apaga para vos.

viernes, 28 de junio de 2019

Hoy

Desconozco el efecto de las palabras, las mías son erróneas. 
Pero los hechos sobreviven al parafraseo de mi angustia, tu semblante se desdibuja, cae, se fragmenta. 
Cuánto quisiera sostener esos restos, armarlos a la imagen y semejanza de mi recuerdo. Sin embargo debería bordear la orilla del río. Sin abrazar el reflejo. 
Mis noches de calma intacta quedaron lejos. Me acompaña el murmullo de un ocaso constante, que se vuelve frío, que se ha roto.







lunes, 27 de mayo de 2019

Inercia

Destino, cruce de caminos errantes, el constante desvío, la imposibilidad de llegar a dondequiera. No sólo hablo de sinuosas oportunidades, está en juego también la integridad, siempre definida por itinerarios.
Cada frase, como unidad de medida, da cuenta de la soledad, del individuo ensimismado, de un sistema de afectos aletargados, culturales, poco instintivos, más bien necesarios. Si respiro no soy nadie, si observo me detengo y si me detengo ya no soy, ¿pero qué no soy? Un ser imborrable. 
Pero todo lo niego y aunque me vengan a buscar ya me he ido al encuentro con la nada, la reiteración, la muerte en algunas ocasiones. Porque pienso y a la vez quiero ser, lo quiero todo.
Me permito algunos símbolos. Un
 ocaso que no sucede aunque lo pida a gritos desde el silencio, porque no hay tiempo para aquello, ni para esto, mucho menos para lo otro. Desesperanza, puedo darle muchos nombres, caras o disfraces, desconozco si es mutua, no sé nada. 
Niego.
Puedo tanto irme como quedarme, proponer, ignorar; pero la vida es así, sucede de golpe, no hay respiro, el olvido es rápido, doloroso y muy factible.
Sigo negando, no quiero que me creas, estoy por fuera. Si te pienso, me deslindo de los movimientos alienantes de una sociedad con tiempo de sobra para despedirse y afirmarse. 
En definitiva, pienso, te recuerdo y sobre todo, niego.

lunes, 20 de mayo de 2019

Norma VI, en vano.

El abrazo eterno al oprobio, malestar querido. Una furia endeble me observa desde varios peldaños más abajo, desenfundo mi inquebrantable suspicacia, subo cada vez más rápido. Cada escalón conquistado se cobró, a mi pesar, un resbalón, una caída, . No espero una diatriba optimista hacia mi persona, no triunfo por el placer del encomio. Si mi subsistencia mediocre debiera ser aplaudida en cada conquista de lo mundano, triste ha de ser mi permanencia en general. Pero si por alguna razón tuviera que abandonar, no podría ser de otra forma que con la mirada recta, no cabizbaja ni orgullosa.
De todas formas, nada me ha impedido conocer lo que detrás de mí, ente ufano y desagradable, me persigue. La he invocado sin querer ya tantas veces, que ahora no puede desaparecer. Norma me inyecta su terrible mirada desaprobatoria y risueña.
Es una llaga incurable de mi conciencia, un temor elocuente que no sucumbe ante mis intentos de omitirla. Aunque cierto es que le he dado la mano alguna vez, su capacidad para doblegarme es incuestionable.
Norma se agazapa y logra tanta velocidad que la presiento cerca mío, los peldaños desaparecen y el terreno se vuelve llano. Me observo en desventaja, como era de esperar. De pronto aparta su mirada sabiendo que yo no puedo hacer lo mismo, me ignora a la vez que me somete. Conozco bien sus tácticas, no sus intenciones.
Le gusta arrinconarme, dejarme sin convicciones, huir impune. Cruza límites, se apropia de ellos, de los míos. Su admirable capacidad de subsistir, hasta donde sé, se basa en nada. A la vez que pienso en esto, me suelta, se escapa en una combinación infinita de direcciones, yo sólo puedo desearle suerte, ella no promete nada más que el eterno desconcierto. 
Salú, Norma.


domingo, 3 de marzo de 2019

Protocolo

Soy de poco, de una minoría prioritaria y de escándalos pequeños. Tanto así, que un sueño olvidable con burla sutil me ha revelado, susurrante, que mi destino no es atroz. Vendrá el gris interminable y la muerte me atraerá de a poco, sí. Pero, mientras, será la omisión absoluta de todo interés, de cada estímulo, lo que ofuscará mi razón. En cuanto no me halle una sola gota de tristeza, la buscaré en el sometimiento, en la humillación, en el afán de asentir silenciosa y dejar pasar esas excusas y motivos que desgarran sin aviso.
Pero, mientras tal cosa no suceda, andaré penando entre escritos, dejando apuntes, notas, mas no cartas, ni despedidas.
 

jueves, 14 de febrero de 2019

Sugestión


    Arpía, bruja furia y esperpento; 
Se ha aclimatado lo inestable, hemos despertado a la bestia, un ser errante que sólo baila sobre sus talones llenos de roña. Sostiene un cáliz y de él emanan calumnias, bochornos que arden y aumentan de a pequeñas décimas. Pero los taciturnos ignoran, fatigados, lo persuasiva que se ha puesto la miseria. En su táctica tan breve y efectiva, ha sabido emular las penurias de sus pares y hacerles saber de su compasión, sin que ellos, ¡oh! tan solo idiotas, se percaten. 
    Beatos que no encontrarían jamás la gloria, pasado el tiempo, estremecidos por el estupor que parece haber llegado de la nada, como si la traición no hubiérase anunciado, intentan huir hacia otras promesas de apariencia afable. Aunque no los culpo por carecer de olfato para la infamia, me apena su predisposición a lo nefasto; parecen buscar continuamente una pared para reventar sus cabezas. 

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3/3

Jaicus, tres. - - - Sin tu abrigo, improviso caminos, el frío persiste. - - - En las ojeras, se acumulan siglos, Oh, gesto fatal...